miércoles, 8 de mayo de 2013

La sotana del ministro



Había una vez, en un reino desgraciadamente no muy lejano, un ministro de justicia. Vestía de manera normal para sus funciones parlamentarias, ya se sabe: traje oscuro y corbata. Pero debajo de esas ropas, se escondía una negra sotana de numerosos botones. El ministro se sentía incómodo, los botones no paraban de hacerle cosquillas. Sólo abandonaban la molesta tarea cuando conseguían que de su boca salieran las leyes más puritanas y absurdas, más dignas del siglo XII que del siglo XXI. Las mujeres no podían creer lo que de esa boca salía. Llevaban toda la vida siendo responsables de sus propios pensamientos y de sus actos. Ahora según las leyes de aquel ministro de pacotilla y reclinatorio, las mujeres serían declaradas víctimas de sus propios razonamientos y decisiones. Todo gracias a la estulticia descomunal de aquel hombre y a los innumerables botones de su oculta, pero muy muy demandante, sotana. 


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