El cuento es breve aunque podría ser interminable. Se ha soñado de diversas formas, con muchos finales y despertares. Atroces y atormentados para una, pero felices para la persona con la que comparte el lecho. Una despierta y ya no tiene cabida en la cama matrimonial, la otra abre los ojos y quien está a su lado es su amor perdido de los veinte años; aunque ahora tiene ya cuarenta y unas cuantas cicatrices en la espalda. Sin embargo la historia continuará y será interminable, pues el cruel fantasma de la nostalgia dará siempre ramalazos, estropeándolo todo. Se solicitan pues, con extrema urgencia, los discretos servicios de un caza-fantasmas, la eficiencia es un requisito indispensable. Buena recompensa.
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