jueves, 17 de marzo de 2016

Leo


Pantalón pitillo. Camisa sin mangas. Brazos llenos de tatuajes. Gorra de policía. Ojos mapacheados. Guitarra en mano. En todo el cuerpo eso que llaman "actitud". El hombre era todo un espectáculo. Lástima que la imagen no tenga sonido. Cantaba una canción punk, re punk, que decía: "carne de hippie, maldita, podrida" una y otra y otra vez, mientras la mayoría de pasajeros escuchaba y miraba entre el pasmo y el terror. Algunos más sonreíamos. 

No llegué a saber si la canción decía algo todavía más profundo pues llegué a mi destino y tuve que abandonar el vagón...

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