martes, 26 de julio de 2016

Trufa


Nació en Cheste, Valencia, justo un día como hoy hace exactamente dos años. Su madre era una perra hermosa, igualita a nuestra adorada Guinness que, además de bella, era muy lista. Por eso, sin dudarlo ni un instante, decidimos adoptar a uno de sus cachorros. Y hasta allá fuimos, a Cheste (qué nombre más gracioso), habiendo pasado un mes de que habían nacido. El dueño nos entregó una pelotita negra y tímida a la que le pusimos Trufa. 

Se ve que salió al padre, porque de lista no tiene ni un pelo. Ni uno. La timidez no solo no se le ha quitado sino que va in crescendo (le teme desde a todas las visitas -sin discriminar a nadie- hasta a los inofensivos contenedores de basura -a los que tampoco discrimina). Ladra como una descosida por cualquier cosa. Y de vez en cuando cambia su dieta de pienso duro por libros de Almudena Grandes (de preferencia que no hayamos leído aún), zapatistas de tela de lana, figuras de Hugo Chávez - en traje de deporte o militar, tampoco discrimina, le gustan con cualquier atuendo- , café en grano, corchos de vino, plantas (tanto de espinas como sin -tampoco discrimina), chanclas de Blue Demon (las favoritas de su dueña), guaraches mexicanos, vacas de cartón (de preferencia sin terminar), billetes de 10 euros, escobas y muñecas de trapo. 

Ha tardado casi dos años pero ya nos trae la pelota. Y a veces, si le da la gana, va a buscarla cuando se la lanzas. 

Le gusta chupar pies humanos cuando hace calor, de preferencia los míos. Y, pasadas las 10 de la noche, revolcarse en el sofá mientras se persigue la cola, eso sí, procurando tapar toda la pantalla de la televisión, sobre todo si estoy viendo mi serie favorita. 

En invierno le gusta dormir de cucharita y en verano a los pies de la cama, que se está más fresquita. 
¡Salud! por la Trufa que hoy cumple dos años.

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